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miércoles, 25 de junio de 2014

Crítica de Moria Casán como Shirley en "Priscilla"

Categoría: CRÍTICA ESPECIAL

Moria Casán como Shirley en
Priscilla, la reina del desierto

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro Lola Membrives).

Nivel: /8

 IMPORTANTE: Esta no es una crítica de Priscilla, que es uno de los mejores musicales que se estrenaron en los últimos años en Buenos Aires y, por supuesto, merece un puntaje mayor. Esta es una reseña especial de la actuación de Moria como Shirley (papel que abandonará esta semana para encarnar a Bernadette a partir de la próxima). La crítica de Priscilla, que ya vi con los protagónicos de Pepe Cibrián Campoy y de Omar Calicchio, será publicada más adelante, en consonancia con el cambio de Bernadette (que, por primera vez en la historia de este musical extranjero, será interpretada por una mujer).


Hace algunas semanas, me encontré con que estaban entrevistando a Moria Casán en la TV, y decidí tomar nota de algunas frases elocuentes sobre su actividad teatral:

1* “He ensayado muy poco porque realmente no lo necesito” (para el papel de Shirley)
2* “Soy un ícono gay. Soy el gran puto argentino” (respondiendo a si serviría para el papel protagónico de la transexual Bernadette)
3* “El universo conspira a mi favor”
4* “Desde el momento en que me subo al escenario soy competencia feroz”
5* “Tengo una gran seguridad escénica”
6* “Hay que haber protagonizado mucho para poder hacer un rol secundario” (sobre Shirley)
7* “[Carmen Barbieri] nunca pudo brillar al lado mío” (sic; sobre la última versión de Sor-presas)
8* “Yo soy muy glam, y Shirley es un desafío porque es antiglam” [si tomamos la pronunciación de Moria: ‘Shirlei’, ‘glan’ y ‘antiglan’] – Aclaración: Shirley es la varonil dueña de un bar

Cuando alguien que no conoce a Moria lee todo esto, puede pensar lo siguiente: a) esta mujer está extremadamente segura de sí misma; b) no entiendo cómo puede dormir tranquila Meryl Streep a pesar de la existencia de tamaña intérprete como Ana María Casanova; c) es muy divertida; d) tiene una forma curiosa de pronunciar en inglés.

Sí, Moria es orgullosa, graciosa e indudablemente no sabe hablar bien en inglés (alguna vez dijo “What pass?”). Ha creado un personaje mediático con algunas frases y situaciones que quedaron en los anales de la televisión y la cultura popular (recuerdo, por ejemplo, varias peleas en su talk show).
Ahora bien, lo que nos ocupa aquí es su desempeño teatral. En este caso, voy a remitirme a su papel de Shirley. Al menos en la función que presencié, no se notó que no necesitara más ensayo, como ella decía.

Por empezar, entró fuera de personaje, a diferencia de sus predecesoras (Mirta Wons y Georgina Barbarossa). Se paró a mirar al público con una sonrisa complaciente mientras la ovacionaban (parecía estar pensando “Está confirmado: soy la número uno”). Eso sí, después siguió con sus diálogos sin problemas (salvo una breve pausa hasta recordar la letra). Shirley le permite desplegar su talento para insultar y su verborragia, y esto hace que resulte divertido verla aparecer en la travesía de las drag queens (sobre todo porque, en un principio, uno no se hubiera imaginado que la podrían convocar para un rol menor).

Sin embargo, y volviendo al día en que la vi en escena, hubo problemas en lo coreográfico. En un punto, los bailarines del ensamble que la estaban levantando en un truco la bajaron para que se apoyara en una mesa. No obstante, cayó con demasiada pesadez y con un leve tambaleo. Luego, cuando intentó deslizarse por la mesa, tampoco consiguió que el movimiento se viera limpio y lo terminó forzando.
En cuanto al canto, ya se sabe que no es lo suyo, pero se las arregla prácticamente recitando “I love the nightlife” (1978), el éxito de Alice Bridges (y uno se puede dar cuenta de que está cantando eso porque reconoce la letra). Por suerte para ella y para todos, Shirley es un personaje que canta poco y que no requiere excluyentemente habilidad vocal.

En resumen, ¿es Moria una buena Shirley? Yo diría que sí porque, cuanto menos, es una incorporación pintoresca. Le suma un toque bizarro al espectáculo y sus limitaciones escénicas pasan de largo porque su participación dura unos pocos minutos. Es cierto que se nota que tiene seguridad de sí misma. Con un poco más de ensayo, hubiera logrado construir un personaje mucho más interesante, orientada por Valeria Ambrosio, que puede remontar casi cualquier cosa. De cualquier manera, vale la pena verla con semejante peluca.
Todo esto viene a cuento de que muchos fanáticos de Priscilla pusieron el grito en el cielo al saber que la mediática mujer iba a tener un espacio en la obra. Les respondo de esta forma: lo de Shirley no es nada horripilante (vuelvan tranquilos); con respecto a lo de Bernadette, les cuento en unos días…

Los comentarios que escuché en el teatro iban más o menos en la misma línea que los míos (y me refiero incluso a los de personas que no están metidas en el mundo del musical y no sabían cómo era Priscilla hasta ese mismo día). Por ejemplo, unas señoras no identificadas debatían algo como esto: “Moria no canta ni baila, pero qué se yo, es Moria. Eso sí, no sé cómo va a hacer de Bernadette… es un hombre. Aparte, ¿viste qué bien que canta este [por Omar Calicchio]?”. Evidentemente, hay curiosidad (y me incluyo).


Fotos: Alejandro Palacios.


Nota descolocada: ¿Alguien la vio a Susana Giménez en Molly Brown? En la primera parte, le tocaba encarar una personalidad similar a la de Shirley.

lunes, 23 de junio de 2014

Crítica de "Bodas de sangre", de Federico García Lorca, con música de Héctor Romero

Categoría: OBRA CON MÚSICA

Crítica de Bodas de sangre

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro El Método Kairós).

Nivel: /8
(Faltan 2 obras para completar el grupo)
  
 “(...) era un río oscuro, lleno de ramas,
que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes”

¿De qué se trata?: Con la boda a punto de concretarse, una novia se verá acosada por el recuerdo de su pareja anterior: un hombre que está casado con su prima y cuya familia tiene una conexión oscura con la del novio.

El punto fuerte de la obra: la actuación de Tiki Lovera como la Madre.
Lovera es una de esas actrices que uno no puede encasillar. Como la Madre, tiene una presencia dominante y estoica, que consigue con una postura rígida y un manejo acorde del pulso dramático. Además, hay una cuota de virilidad en su criatura, si bien esto puede resultar contradictorio por cómo alaba la sumisión de las mujeres a los hombres. En efecto, considera que el hombre perfecto es el que deja “un hijo en cada esquina” (sí, hubiera sido fanática de cierto jugador de fútbol, pero no existía en los años 30). No obstante, al estar ausente ese poderío masculino en su casa (su marido y su hijo mayor fueron asesinados) fue ella la que se vio obligada a absorberlo.

Volviendo al pulso dramático, es vital tanto para la forma en que Federico García Lorca concibió Bodas de sangre como para la puesta de Marcelo Caballero.
Empecemos por lo primero. No es ninguna novedad que, si uno logra abstraer lo esencial, el argumento de Bodas de sangre es simple. Sin embargo, es el talento de García Lorca lo que le da volumen (a partir de los diálogos cortos pero punzantes, la simbología, el ritmo, las imágenes sensoriales, las metáforas, los tramos en verso y las acotaciones). Ciertamente, no es lo mismo estar abrazados que estar “abrazados como una exhalación”. Frases breves como “me duele hasta la punta de las venas” o “tus hijos son hijos tuyos nada más” encierra un gran impacto. Y con todo esto quiero llegar a que, según mi perspectiva, García Lorca quiso darle más relevancia a lo conceptual que a lo argumental. Eso explicaría por qué todos los personajes tienen nombres genéricos (la Criada, la Vecina, la Novia, la Suegra, etc.), dándoles un carácter más universal al quid de lo que se cuenta. Es cierto, Leonardo Félix tiene nombre y apellido. Si no conocés la historia de Bodas de sangre, tal vez te convenga saltear lo que queda del párrafo. Yo pienso que esto podría deberse a que García Lorca quiere mostrar cómo siempre hay alguien que es señalado como el culpable en cada tragedia, y cuyo nombre queda grabado en la mente de los demás. No obstante, sabemos que Leonardo no es el único culpable, pero en un principio es él quien está en el foco de nuestra atención y es él a quien acusamos. Christian Alladio lo sabe, y por eso no hace ningún esfuerzo para que nos congraciemos con él, como sí podría suceder en otras historias de amor prohibido.

En fin, si García Lorca buscaba transmitirnos un concepto, ¿cuál es? En realidad, no se trata de un único concepto, y como ya ha escrito sobre esto gente que ha analizado la obra en profundidad, me parece más adecuado para tratar aquí cuál es el concepto predominante en la puesta de Marcelo Caballero (dirección general). Caballero trabaja con la idea de que la desdicha y la muerte están acechando constantemente, esperando el momento para operar. Consigue esto, por ejemplo, a través de los cambios de ritmo (y por eso es que decía que el pulso dramático era importante). Como en un ciclo de sístole y diástole, se van alternando momentos donde dos personajes hablan entre ellos encerrados en un poco de suspenso con otros donde, de repente, se rompe esa atmósfera y toman participación quienes los rodean o ingresan. Ese afán de aislar porciones del total para después reintegrarlas va tejiendo la tensión, porque uno está al tanto de lo que puede llegar a pasar y de las consecuencias que esto puede traer para el resto de los personajes, que no presenció todos los diálogos. También, hay cambios de intensidad inesperados dentro de una misma situación: por ejemplo, cuando la Novia se está arreglando para la boda y tira la corona de azahar, se produce una variación en la atmósfera. Por supuesto, no hay que pasar por alto que Lorca quiso que una situación fundamental se desarrollara fuera de escena, jugando otra vez con el misterio y la presencia de la Muerte en cada rincón.

Un segundo factor que apuntala esto es la dirección de arte y escenografía del propio Caballero. Todo lo que está en escena queda expuesto ante el espectador (tal como el texto deja sobre el tapete las conexiones entre los personajes); no hay paneles que tapen a nadie. Los actores esperan a un costado durante algunas escenas. Esta desprotección nos hace pensar en que no hay forma de que estos seres escapen de la tragedia. De hecho, la misma Muerte, en la piel de la Mendiga, es capaz de pedirle a la Luna que ilumine a quienes quiere llevarse con ella. Por lo demás, la escenografía respeta con sencillez el ambiente rural y descampado de los terrenos de la Novia. El vestuario contribuye a borrar todo atisbo de alegría que podría verse en la boda.
[Un paréntesis: pienso que sería una idea divertida hacer alguna vez una versión de Bodas de sangre donde el público entre a un salón y se siente en las típicas mesas de casamiento, donde podrían ubicarse también algunos personajes, que después saldrían a bailar al centro. Sería una versión situada en una época más contemporánea.]

La música de Héctor Romero es el tercer pilar del concepto descripto. Las melodías tienen algo de tétricas (aún cuando son festivas) y son irrefutablemente españolas (cantadas, por momentos, con esa forma tan particular de romper suavemente la voz). Junto con la imaginativa y sombría poesía de Lorca, no nos dejan olvidar que la desgracia es inminente, pese a que todo nos parezca normal. Desde un primer momento, sabemos que algo anda mal cuando una canción de cuna habla sobre un caballo agonizante con bastante crueldad (y, precisamente, la figura del caballo cobrará más significado luego).
Cabe destacar el vigor de Carmen Mesa como bailarina y la pertinencia del golpeteo amenazante que marcó con su coreografía, emulando al de un caballo. Hace honor a su sangre española.
En cuanto al registro del elenco en general, se optó nuevamente por lo lúgubre y lo misterioso. Ha habido numerosas puestas de Bodas de sangre, y en muchas se ponía el acento en la pasión exacerbada, pero en este caso se podría decir que la elección actoral es coherente con el resto de la diagramación. Si bien, como dije antes, hay un claro destaque por parte de Tiki Lovera, otra actuación convincente resulta ser la de Chusa Blásquez (la Mujer), en un rol secundario.

El texto, que García Lorca estrenó hace 80 años en nuestro país, se presenta sin adaptación y hablado en español.

Notas:
1) Interesante la imagen tomada para la gráfica. Según pude averiguar, pertenece al pueblo de Níjar, donde habría ocurrido un crimen que inspiró a García Lorca para escribir esta obra.
2) ¿Por qué se llama Bodas de sangre y no Boda de sangre? Tal vez, porque no es sólo la boda que presenciamos la que se ve afectada por... bueno, lo que ya sabemos. Por lo demás, es un título bastante explícito, que nos sigue dando la pauta de que el concepto y la sensación que se busca transmitir importan más que la historia en sí.

Más información:
Dirección general: Marcelo Caballero
Dirección musical: Héctor Romero
Asistente de dirección y swing: María Laura Fuchs
Producción general: Jaime Díaz y M. Caballero
Elenco: Christian Alladio (Leonardo), Lucía Andreotta (La Mendiga), Chusa Blásquez (La Mujer), Conrado Busquier (El Leñador), Jaime Díaz (La Luna), José Manuel Espeche (El Padre), Tiki Lovera (La Madre), Pepa Luna (La Suegra), Mercedes Mastropierro (La Criada), Carmen Mesa (La Vecina), Lizzy Pane (La Novia) y Gonzalo Ramos (El Novio)
Músicos: H. Romero (guitarra) y Pablo Alexander (percusión)
Stage manager: Luciana Renne / Stage manager de piso: Déborah Zabala
Vestuario: Romina Ivanoff, Cristina Celentano y Estela Abdala Zarzur
Recreación de mobiliario de época: Sebastián Mur
Fotografía: Nacho Lunadei / Vanesa Schappi (en sala)
Prensa y comunicación: Marcelo Boccia RP

Teatro: El Método Kairós (El Salvador 4530)
Precio de las entradas: $90.-
Duración: 1 hora y 15 minutos aprox.
Funciones: domingo 20:30 hs.
Promoción: 2x1 para clientes de Cablevisión (consultar página web)

Twitter: @BodasDeSagre_
reservas@bodasdesangre.com.ar

sábado, 21 de junio de 2014

Crítica de "Despertar de primavera en concierto", de Steven Sater y Duncan Sheik

Categoría: CONCIERTO

Crítica de Despertar de primavera en concierto,
a beneficio de la Fundación y El Leoncito Dan

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro El Nacional).

Nivel: /8
(Faltan 2 conciertos para completar el grupo)   


“De última, lo hacemos con seis sillas y tres micrófonos”, fue lo que el elenco le dijo en un principio al director Ariel del Mastro. Por supuesto, esta frase nos habla de las ganas de todos por revivir el material y contribuir con dos grandes fundaciones, pero por ahora quiero centrarme en otra cosa: las sillas. Si bien del Mastro no necesitó nada más para estructurar este concierto, su planteo no estuvo exento de significado.
En los primeros años de nuestra vida, es más distante nuestro contacto con las sillas. Preferimos el piso; vamos de un lado a otro. En el jardín de infantes, nos sentamos en ronda. Después, la sociedad nos va imponiendo la noción de silla. Nos la pasamos en una silla toda la primaria y la secundaria, en casa nos sentamos a estudiar en una silla, en la facultad permanecemos sentados, y en el trabajo adoptamos la misma posición. Cuando nos movemos en vehículos, también tienen asientos (salvo que el colectivo esté muy lleno aunque, en este caso, mucha gente improvisa y se reclina contra lo que encuentra). En el teatro, nos sentamos en butacas.
Es indiscutible. Estamos pegados al concepto de silla. Se convierte, naturalmente, en una extensión de nuestro cuerpo que nos sostiene y fija en un lugar. Mientras escribo esto, estoy sentado en una silla con cuatro patas, como la mayoría de las sillas. No obstante, se podría sostener perfectamente con tres patas, así que quien diseñó la silla quiso que nos sintiéramos muy seguros en ella, más anclados (por supuesto, podría haber tenido 5, 6, 7 u 8 patas o más, pero son 4: una extra).

Dejando la filosofía sillística (?), ¿qué hacen los personajes de Despertar de primavera con las sillas? Las patean, las tiran, las rotan, las golpean, saltan sobre ellas… y parece ser una terapia bastante efectiva. Básicamente, no se quedan atados a la silla que les asignan (ni siquiera asumen una silla personal). Tratan de “desensillarse”, de rebelarse contra el sistema, de buscar sus propios caminos a partir del ensayo/error. Eso sí, la silla tiene un imán muy poderoso, y los seres humanos nos cansamos después de estar mucho tiempo parados. Por eso, los asientos pueden atraer a los personajes de golpe, y devolverlos a la realidad (al colegio, por ejemplo). Tal vez la cosa sea así: la sociedad te da sillas y nunca vas a poder negarte completamente a ellas, pero, si te animás, podés instalarle rueditas a una, o hacer que otra sea plegable, o simplemente ponerle un almohadón cómodo a la que prefieras. No hay que perder el compromiso con cada silla importante porque por ellas pasa nuestra vida y nuestra posibilidad de ser felices, pero podemos elegir en qué silla sentarnos y qué actitud tomar con respecto a ella, según nuestra personalidad.
El tema es que las sillas de la sociedad que muestra Despertar de primavera bien podrían haber sido de hierro. En la obra original, se muestra una cultura alemana absolutamente rígida, anterior a la Primera Guerra Mundial (también retratada en la película La cinta blanca, de Haneke). Nótese que todos los personajes adultos (que no estuvieron presentes en la versión en concierto) son interpretados por los mismos dos actores y prácticamente con el mismo vestuario. Los adultos de la obra son todos iguales, y si bien siguen las mismas pautas no saben cómo manejar los problemas que se les presentan a sus hijos adolescentes.
Puntualmente, estamos hablando del despertar sexual al que alude el título. Aunque no me quiero detener demasiado en el análisis, la canción “Tócame” está fantásticamente construida por tratar un tema como la masturbación con tanta sutileza y lirismo. Reparen en los –perdón por el término– ‘orgasmos melódicos’ que propone la partitura (al escucharla por primera vez, pueden parecer caprichosos o decorativos esos ohhh y ahhh que cantan los personajes). Leandro Bassano logró perfeccionar su registro para arrancar una canción difícil desde lo actoral, y Julián Rubino se llevó una merecida ovación por una interpretación sentida, emocionante, y técnicamente correcta.

De todas formas, el vestuario de Alejandra Robotti es contemporáneo (y rockero), y esto me permitió reflexionar sobre algo que después, Manuel Lozano, de la Fundación, puso en palabras. Lo resumo: él decía que la obra habla de una generación golpeada, y que esta realidad no es ajena a nuestro país. Hay chicos que consumen drogas, homosexuales que son rechazados de sus hogares, chicas abusadas y golpeadas… ¿De dónde viene el problema? Yo pienso que es estructural, y que hace falta un cambio de mentalidad GIGANTE para revertirlo, aunque no por esto desmerezco los pequeños gestos individuales. Todo lo contrario: es la voluntad de cada uno la que nos puede llevar a erradicar la indiferencia por el otro. En definitiva, es la comunicación la que nos puede salvar, pero ¿cómo lograrla cuando gran parte de la sociedad está tan cerrada en sí misma? Viéndolo desde otro foco, ¿cómo saber en quién confiar cuando sabemos hay, en todos los estratos sociales, conductas salvajes e inexplicables? La misma incomunicación de la que habla Despertar de primavera nos sigue afectando.
Cuando volvía de El Nacional, la vi a Genoveva, que estaba leyendo el diario en un local de comida rápida. Genoveva es una mujer que vende poemas escritos por ella en la puerta de la parroquia San Nicolás de Bari. Una vez, pasaba por ahí y le compré un poema, y me pidió que lo recitara en voz alta. Quiso saber qué formación tenía yo, y le dije que era comunicador social. Inmediatamente, levantó el billete que le había dado y, mostrándomelo, me dijo “Te digo algo: esto es comunicación”. Al verla nuevamente, relacioné aquello con el concierto: este había sido un gran acto de comunicación por parte del público. Las donaciones, que gracias al trabajo de la Fundación y El Leoncito Dan llegarán a buen destino, nos hablan de cómo, cuando queremos, podemos organizarnos para hacer algo bueno. Por cierto, desde la iglesia que se muestra en Despertar de primavera al Papa que nos pide que hagamos lío hay un gran trecho.

Retomando la dirección de Ariel del Mastro y su inteligente disposición de las sillas, quiero resaltar la escena de “Lo que quedó atrás”. Por favor, salteá este párrafo si no viste la obra. Mientras pensaba en el tema de las sillas que expliqué arriba, también pensé en las implicancias de una silla vacía, y finalmente apareció en el montaje. Esta canción siempre me tocó de una forma especial porque yo también experimenté, cuando estaba en el colegio, lo que es perder a un compañero por un suicidio. Viví un funeral como el que se muestra en la obra, y pude abrazar a un padre desconsolado. Pero nunca me voy a olvidar lo que fue ver esa silla vacía en la clase.

No obstante, me sorprende la carga de angustia que tiene la increíble canción “Jodido estás”, a pesar de ser la más enérgica. El punto está en que la fuerza surge muy ligada a la tristeza y la desesperación: cuando uno ya no sabe qué hacer y piensa que es imposible caer más bajo, no le importa lo que lo rodea y tiene que canalizar sus sentimientos. La coreografía de Federico Salles y Pedro Frías respeta el característico “salto reprimido” que yo ya había marcado en una crítica de otra versión y los movimientos involuntarios. Trabaja constantemente con la lucha del cuerpo con los impulsos internos.
 Casi nadie discute que Ariel del Mastro es el mejor iluminador que tenemos. Pero el trabajo de Gaspar Potocnik, encargado esta vez del diseño de luces, no nos permitió extrañar el estilo de del Mastro. Las luces fueron marcando los climas con mucha sensibilidad y ponían el foco en cada personaje cuando le tocaba expresarse.
Los protagonistas, pese a la falta de texto, pudieron exteriorizar las transformaciones drásticas que deben enfrentar, y esto demuestra el poder que tienen las canciones en Despertar de primavera. En general, no hacen avanzar la historia, sino que son la única forma que tienen los personajes de expresar sus sentimientos más profundos y personales (por eso, en la puesta original, surgió la idea de que las canten con micrófono de mano, para individualizar cada intervención). Melchior pasa de cantar “Lo que sé”, en una posición más pedante, a “El saber de los que te han dejado”. Eliseo Barrionuevo (a quien ya había visto como cover en 2010) supo conmover a partir de ese cambio y aprendizaje. Florencia Otero (Wendla) también dio cuenta de una exploración de su personaje, que pasa de reprochar el silencio de su madre a verse condenada por el “Susurrar”, aunque, a diferencia de Melchior, mantiene cierta inocencia hasta el final. Federico Salles (Moritz) es desborde puro, y requiere un gran esfuerzo manejar correctamente esa energía.
La banda fue un soporte importante y tuvo la potencia necesaria gracias al sonido de Mariano Luna.

El sobresaliente elenco estuvo dirigido vocalmente por Mariana Jacazzio, una de las mejores voces del musical (quien brindó un estremecedor momento con Belén Pasqualini en “La oscura verdad”). No soy el único que piensa que la versión argentina superó a la de Broadway (y esto sucede pocas veces). Pese a que el éxito no acompañó ni al montaje local ni al estadounidense (contrariamente a lo que se cree), la obra y la puesta de Buenos Aires fueron un enorme acierto artístico, y esto sólo se puede decir de contadas producciones en los últimos años.
En consonancia con la canción final, esperemos que el material pueda seguir viendo el verano.

Notas:
1) Por cierto, me sorprendió el fanatismo con el que me encontré en el público. En la primera fila, había un grupo de chicos con remeras de Despertar… que habían recorrido una distancia considerable para estar ahí, y una de las mujeres dijo “Soy la chica más feliz del mundo; más cosas lindas no me pueden pasar”. A uno le gustaría que hubiera más gente amante del talento en vez de seguidores de Justin Bieber y tantos otros productos vacíos. Y sí, cuando estoy esperando a que empiece una obra registro frases interesantes/divertidas/ocurrentes que dicen los espectadores. Atrás de mí había una señora que creía que iba a ver una obra que se llamaba “En concierto”. Le decía a unas chicas preadolescentes que había llevado: “Súbanlo a Facebook y hablen bien de esto, que es algo único. Después, lean lo del Leoncito Dan”. Muy aplicada.
 2) Al final de la crítica de Juegos de fábrica, incluí un fragmento de una canción de Stephen Sondheim que habla sobre la influencia que tienen los padres en la vida de sus hijos (en ese caso, más chicos que los de Despertar… y en otro contexto). Si tenés ganas, te invito a leerlo.

Más información:
Dirección: Ariel del Mastro
Asistente de dirección: Pablo Drutman / Stage manager: Micaela Monti
Producción: Vero Larrea, Luciana López y Diana Frydman
Teatro: El Nacional (Av. Corrientes 968)
Duración: 1 hora y 20 minutos
Función: martes 10 de junio
Elenco: Eliseo Barrionuevo, Leandro Bassano, Cristian Centurión, Stella Maris Faggiano, Pedro Frías, Mariana Jacazzio, Julieta Nair Calvo, Florencia Otero, Belén Pasqualini, Micaela Pierani Méndez, Julián Rubino, Federico Salles y Ayelén Varela
Músicos: Guido Cefaly (guitarra), Daniel Vallejo (teclados), Martín Nastri (bajo) y Fernando Vallés (batería)
Traducción de las canciones: Cris Morena
Fotos usadas en la nota: Florencia y Verónica Nijensohn y Fuentes2Fernandez
Prensa y comunicación: Sandra Beerbrayer

sábado, 14 de junio de 2014

Crítica de "Juegos de fábrica", de Nicolás Manasseri, Iván Mazzieri e Ignacio Arigos

Categoría: OBRA MUSICAL

Crítica de Juegos de fábrica

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro El Método Kairós).

Nivel: 6.5 /8
(Faltan 2 obras para completar el grupo)


El punto fuerte de la obra: la dirección actoral y puesta en escena de Nicolás Manasseri.
Manasseri supo usar todo el espacio escénico para montar la obra y es interesante ver cómo dispuso las entradas y salidas de cada personaje. Por ejemplo, cuando Uno (el líder) no está, hay cierto suspenso, porque uno no sabe qué podrá suceder si irrumpe y se encuentra con tal o cual situación. Otros factores apuntalan esa sensación inquietante: se escuchan las voces de los personajes que se van acercando y hay otros que sólo contemplan la escena y cuyo silencio intriga. Todo esto nos habla de que, pese a que la fábrica tenga sus recovecos, nada ni nadie puede escapar de ella.
Pero es a través de las interacciones del comprometido y enérgico elenco que Manasseri logra alcanzar una atmósfera sombría, por momentos, e intensa, por otros.

Veamos algo sobre el libro (también de Manasseri) para poder avanzar sobre ese punto. Si el mes pasado, en la crítica de L-14, te contaba que el panadero de la esquina de tu casa tenía poder y que las madres ejercían poder sobre sus hijos, esta vez nos toca reflexionar sobre el poder dentro del mundo infanto-juvenil. Un tema muy valiente, hay que reconocer. Muchas veces la sociedad idealiza esa etapa de la vida, ignorando lo compleja que es por estar sujeta a un alto grado de vulnerabilidad. Por supuesto, es también un período de grandes cambios. Y, por más que a varios padres les pese, los chicos y preadolescentes no están exentos de perversión. En la obra, todo esto se nos muestra a través de situaciones que no conviene adelantar, pero que ponen a prueba la ductilidad del elenco, que debe ir de un lado a otro, en medio de un juego frenético que roza los límites entre lo lúdico y lo retorcido y cruel.
Pero, ¿de dónde vienen estos impulsos violentos? ¿Cuál es la fuente de oscuridad? Les aseguro que no es la fábrica, sino lo que nunca se ve pero que está sobrevolando cada una de las conductas de los personajes: sus padres. Indudablemente, y hablando ahora de la vida real, lo que sucede en la casa afecta el comportamiento de los chicos y preadolescentes (“Si vos tuvieras otros papás, nos serías vos”, diría uno de los personajes). Tuve la oportunidad de coordinar talleres con niños, de los cuales muchos vivían en realidades complicadas, con enorme necesidad de afecto. El contexto donde se manejaban día a día afectaba su comportamiento, y por momentos había un fuerte clima de violencia. Me acuerdo que incluso, una vez, tuve que negociar con una especie de mafia infantil que le había desinflado la rueda de la bicicleta a un chico.
Pero no quiero desviarme demasiado, así que volvamos al planteo de la obra. Esa gelidez que rodea a los personajes es, evidentemente, fruto de la apropiación de las reglas del sistema de los adultos. Es más, podríamos decir que es una mecanización, unida al concepto de fábrica. Los chicos se vuelven instrumentales y se establecen reglas ridículas (como el pago del alquiler) y jerarquías. Convengamos que en nuestra vida cotidiana siempre hay un niño que toma el control del juego y trata de dirigir a los demás, pero en Juegos de fábrica esto se lleva al extremo del autoritarismo y la discriminación. Por esto, nos recuerda a la novela británica El Señor de las Moscas, de William Golding.

El elenco de la obra transita permanente tensión. Cada cual desprecia el sistema y el despotismo de Uno, pero tiene el sueño secreto de dominar a los demás y, además, se ha vuelto adicto al juego y no sabe qué otra cosa podría hacer aparte de estar en esa fábrica. La imagen de estar sin los padres y con un grupo de semejantes siempre atrae a los chicos por la libertad de acción y de exploración de varias aspectos que implica, y esto se refleja en Juegos de fábrica.
El nivel de los actores es parejo y se nota el trabajo en equipo, pero quiero destacar a Martina Zapico (Segundo) por su interesante composición y a Fernanda Provenzano por su forma de moverse en el escenario y su buena dicción.

Claro, la obra transcurre en el siglo XX, pero ¿qué sucede hoy en día? Muchos chicos abandonaron el juego cara y se meten a diario en el universo virtual. Incluso, pueden estar en la misma habitación, pero cada uno metido en su soporte tecnológico. ¿Y las ansias de liderazgo, competencia, poder y trasgresión de los límites? Se mantienen. Por eso es que escuchamos tantos casos de cyberbullying o sexting, donde el control de los padres está ausente, al igual que en la obra. Aclaremos que muchos de esos padres también quieren adquirir una posición dominante en las redes sociales, y están pendientes de cada “Me gusta”.

La música de Iván Mazzieri (letra y música) e Ignacio Arigos (música) trata de contarnos eso que están pensando o sintiendo los personajes, pero que no pueden expresar en voz alta. Por eso, irrumpe en forma de rock, como si, por lo menos dentro de su mente, quisieran decir fuerte y claro lo que les pasa, sin límites y sin miedos. Esto se condice con la potencia de la banda en vivo y de las voces. La inserción de estos momentos musicales, que emulan a recitales de rock, está subrayada por el frenético cambio de luces (diseñado por Christian Graciano). Los personajes miran a los espectadores, haciéndolos partícipes, y también bailan desatados. La coreografía de Fernanda Provenzano marca algunos movimientos mecánicos (unidos a la fábrica) y los alterna con otros de descontrol. También hay violencia en las coreografías, como si los chicos no pudieran despegarse de esa forma de relacionarse o no pudieran canalizar sus problemas de otra forma. Agarran elementos de la fábrica como si fueran micrófonos de mano (al mejor estilo Despertar de primavera).

La dirección de arte de Lu Rojo y Fernanda Provenzano propone un espacio con elementos amontonados, que permiten recomponer tanto el concepto de fábrica abandonada como el de juego (los chicos le atribuyen a los elementos un uso distinto a partir de la imaginación). El vestuario de Provenzano, poco colorido, acompaña los rostros demacrados de los personajes (a partir del maquillaje).

Me gustaría cerrar con el principio de una canción del musical Into de Woods, con letra y música del gran Stephen Sondheim, que tendrá pronto una adaptación cinematográfica (la experiencia nos muestra que las películas no suelen estar a la altura de los musicales originales, pero veremos qué pasa con esta y con Jersey Boys). La canción es “Children will listen”, e incluyo una traducción debajo, en la que no respeté ni la métrica ni la rima porque quiero ser fiel a lo que dice el contenido:

How do you say to your child in the night?
Nothing's all black, but then nothing's all white
How do you say it will all be all right
When you know that it might not be true?
What do you do?
Careful the things you say
Children will listen
Careful the things you do
Children will see and learn
Children may not obey, but children will listen
Children will look to you for which way to turn
To learn what to be
Careful before you say "Listen to me"

¿Qué le decís a un chico a la noche?
Nada es sólo negro, pero nada es sólo blanco
¿Cómo decir que todo va a estar bien
cuando sabés que puede no ser verdad?
¿Qué podés hacer?
Cuidado con las cosas que decís
Los chicos escuchan
Cuidado con las cosas que hacés
Los chicos van a ver y aprender
Los chicos podrán no obedecer, pero los chicos sí escuchan
Los chicos te mirarán a vos para ver hacia dónde orientarse,
Para aprender cómo deben ser
Cuidado antes de decir “Escuchame”


Más información:
Dirección general: Nicolás Manasseri
Dirección musical: Iván Mazzieri
Elenco: Renzo Morelli (Uno), Fernanda Provenzano (André), Nacho Medina (Fausto), Belén Ucar (Raúl), Martina Zapico (Segundo), Lu Fernández Méndez (Ana) y Maru Villamonte (Juana)
Músicos: Iván Mazzieri (bajo), Ignacio Arigos (guitarra) y Alejandro Roig (batería)
Asistente de escenografía y vestuario: Agustina Bonessi
Asistente general: Santiago Muños
Producción ejecutiva y producción general: Iván Mazzieri y Nicolás Mansseri

Teatro: El Método Kairós (El Salvador 4530, Palermo)
Duración: 1 hora y 25 minutos
Precio de las entradas: $90
Funciones: jueves a las 21 hs.
Fotos: https://www.facebook.com/pages/Juegos-De-Fábrica

Cambio en el sistema de calificaciones

ATENCIÓN: Cambio en el sistema de calificaciones



(Si no entienden algo, como siempre, pueden consultarme por mail. Perdón a los que entraron por la crítica de Juegos de fábrica, pero alguna obra tenía que dar el puntapié inicial).

.-*-. ¿Por qué el cambio del sistema de calificaciones?
Por varios motivos, pero explico algunos.
1) Porque noté que mucha gente estaba más pendiente de la nota numérica que del análisis en sí. Por eso, esto podía desconcertar a quienes se les señalaban muchos aspectos positivos pero recibían una nota comparativamente baja con respecto a otras obras. Siempre entraron en juego muchos aspectos para definir la nota, y la verdad es que hay obras a las que no se puede medir con la misma vara.
2) Porque ya no quiero recordarles tanto a sus etapas escolares/universitarias,
3) Porque el sistema del 0 al 10 fue usado muchas veces en numerosos ámbitos y quiero innovar.
4) Porque, si quieren competencia, va a haber competencia, pero va a ser más justa.
5) Porque el nivel entre las obras últimamente es muy parejo.
6) Porque estoy criticando más obras y recibiendo muchas más visitas de lo que esperaba.

.-*-. ¿Cómo va a ser la calificación ahora?
Por niveles. Tal vez puedan pensar que es lo mismo que las notas, pero esperen a que pasemos al próximo punto. Habrá niveles desde el 1 hasta el 8. {Por lo menos a mí, esto me recuerda al sistema de las cuatro estrellitas que usan en Estados Unidos.} Hasta acá, es igual al método anterior, sólo que, si quieren seguir buscando el equivalente a la aprobación escolar, el 5 ya sería una buena nota.

.-*-. Entonces, ¿cuál es la diferencia?
Bueno, no te enojes, te cuento: los niveles no son una calificación del todo definitiva. Voy a explicarlo con un ejemplo: si una obra es muy buena y considero que está dentro del nivel 6, quedará a la espera de que otras dos obras reciban la misma calificación y se forme un grupo de tres. Una vez que esto suceda, las tres obras competirán entre sí (en realidad, soy yo quien las hace competir). La que yo evalúe que es la mejor de las 3 será la finalista que pasará a competir con las próximas obras que ganen. Así, se va a ir armando un ranking. Con respecto a la segunda de cada grupo, tendrá la posibilidad de ir a una especie de repechaje, compitiendo con las primeras de otros grupos que hayan sido descartadas. Pero olviden este último punto, porque es complejo y este juego, como sucede muchas veces, se entiende mejor jugando, así que ténganme un poco de paciencia. Por último, juro que cuando ideé este sistema no estaba influenciado por la fiebre del mundial de fútbol, porque lo tengo pensado desde antes y no sabía bien cuándo implementarlo.

.-*-. Pero... ¿y si no estamos de acuerdo con las decisiones?
Eh, supongo que, si tienen ganas de participar, podría armar encuestas para elegir qué obra debería salir (al menos) en segundo lugar en cada grupo.

.-*-. ¿Qué sucederá con los conciertos, obras con música, workshops y eventos especiales?
Es cierto que suelo criticarlos con menos periodicidad, así que la competencia puede retrasarse un poco en esos casos. Sin embargo, esto no quiere decir que no haga un análisis de cada uno.

.-*-. ¿Qué pasa si hay una obra demasiado buena; tan buena que sería difícil de comparar con otra?
Es verdad que existe esa posibilidad. Para esos casos, voy a habilitar los niveles especiales “estrella verde” y “estrella dorada”, siguiendo la técnica que a veces he usado en el blog (lo verde es lo mejor y lo dorado, lo mejor de lo mejor). La dorada sería sólo para ocasiones donde las obras dejen una huella grande en la historia del musical argentino (que las hay, las hay).

.-*-. ¿Dónde puedo ver los niveles?
Cuando estén habilitados, aparecerán en entradas especialmente destinadas y en la barra del costado derecho, pero todavía no van a estar disponibles porque falta que se sumen más obras.

.-*-. ¿Alguna otra aclaración?
Sí. Con respecto a que el nivel está siendo muy parejo, es muy probable que muchas obras reciban, por ejemplo, un 6. Prefiero que esto suceda antes que tener que inventar niveles que no correspondan. De todas formas, esto va a favorecer que se completen rápidamente los grupos para que se desarrolle la competencia en cada nivel.

Espero que les haya resultado interesante. Si no, pueden enviar una foto del que consideran que es el peor musical a espectadorcriticodemusicales@gmail.com o poner su título como asunto del mail, y lo interpretaré inmediatamente como signo de su descontento. Si quieren, también pueden agregar un terapeuta que quieran recomendarme.
Un abrazo para todos,
El Espectador Crítico de Musicales


Foto: http://www.alghazalplastic.com/images/1.jpeg

lunes, 9 de junio de 2014

Crítica de "Reina Reech: Sobre hombres y mujeres", de Reina Reech y Mauro García Barbé

Categoría: MUSIC HALL

Crítica de Reina Reech: Sobre hombres y mujeres

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Maipo Kabaret).

Calificación: 7.5 /10


 ¿De qué se trata?: Un music hall donde Reina Reech nos presenta estereotipos masculinos y femeninos, a través de coreografías, canciones, stripteases e interacción con el público.

El punto fuerte de la obra: el regreso al escenario de Reina Reech.
Creo haber dicho ya que recuerdo la etapa en la que Reina se dedicaba al público infantil, y una de sus canciones decía “Atención con el modelo”. En su nuevo espectáculo, el modelo le sigue importando, porque nos muestra otra vez estereotipos de la sociedad moderna (ya no con un tono aleccionador, sino para que podamos sentirnos identificados y reírnos de nosotros mismos). No es casual la referencia a los musicales infantiles, porque Sobre hombres y mujeres se encuentra en la vereda opuesta. Esto es destacable porque Reina es de las pocas actrices que ha podido despertar el aprecio tanto de los más pequeños como de los adultos, en roles disgregados. [Ahora que me acuerdo, Xuxa también pudo a partir de su película pornográfica.]
¿Por qué me detengo en esto? Porque en Sobre hombres y mujeres el público confía en Reina tal como los chicos que la llamaban por teléfono (como el que decía tener una duda, repetido varias veces en programas de archivo y con miles de vistas en YouTube). Este clima no se daba tanto en Las Reinas del Marabú (espectáculo anterior dirigido por Reina, pero que no la tenía sobre las tablas). En él, también se interactuaba con el público, pero este era más reacio a contestar a las preguntas que se le hacían, pese a la gran solvencia de la presentadora. Ahora, la figura de Reina impone un grado de familiaridad y seguridad, y la gente se suelta más: un hombre le cuenta que le gustaría que lo pinchara un enfermerito, un matrimonio confiesa que festejó la noche de bodas con un trío, una mujer de unos 60 años dice que a su marido le encanta el disfraz de cocinera... Un espectador, incluso, la agarra de la cintura (“No me toques, papi”, le marca ella, ante las risas de los presentes) y otros se animan a suspirar ante el micrófono.
Reina adquiere cierta autoridad dentro de la sala, y esto le permite pedirle a un espectador que diga en voz alta lo que comentó en susurros con alguien o advertirle a otro: “Vos no te rías mucho que ya te voy a agarrar con alguna pregunta”.
Por lo demás, Reech es la maestra de ceremonias de la velada, presentando cada cuadro con un cambio de ropa distinto (de Claudia Arce). Además, se comporta como la madre artística de los miembros del elenco, felicitando sus performances.
Su participación se completa con un strip dance en pareja inteligentemente coreografiado por la talentosa Vanesa García Millán. Reina mantiene intacta su sensualidad al bailar y me sorprendieron su coordinación y oído musical.

Siguiendo con las coreografías, son de la creatividad y elegancia habitual de García Millán. La novedad está en que supo aprovecha la inclusión de hombres para algunos números que requieren mayor destreza acrobática (como el de Peter Pan). Así, logró llevar al plano del baile las diferencias entre los sexos de las que habla el libro, representadas con distintas energías y estilos (los hombres se mueven de forma más avasallante y las mujeres son más delicadas). Incluso, tuvo el desafío de coreografiar un cuadro con dos cantantes y supo aprovechar la posibilidad de desplazamientos que supone una silla con rueditas.
Hay que advertir que se repiten algunos de los mejores cuadros de Las Reinas del Marabú (así como sus respectivas presentaciones). En lo personal, esto no me molestó, pero entiendo que algunos puedan tener sus reparos en cuanto a este punto.

El elenco (Evangelina Bourbon, Gisele Takakuwa, Laura Gerolimetti, Verónica Pérez, Ariel Juin, Damián García y Martín Pico) estuvo muy bien seleccionado y se destaca por su rigurosidad al bailar y por su trabajo expresivo, jugando con lo que se sugiere y lo que se muestra (no me detendré en este punto porque recuerdo haberlo hecho ya en la crítica de Las Reinas del Marabú).

Mauro García Barbé (compositor de la pegadiza música) se sube al escenario para cantar y encarnar algunos personajes. Está secundado por Ana Paula Rodríguez, muy cómoda interpretando canciones pop (y transitando varias notas por sílaba).
 El diseño de video de Pablo Rodino interactúa con lo que sucede en escena. Así, por ejemplo, aparecen sombras de los artistas que se independizan de ellos, se estampa una trama a los cuerpos durante un baile o se le da un marco a la historia del hombre obsesionado con la tecnología (el video mejor realizado).
 César Jurisich supervisó cuidadosamente el vestuario, fundamental para que nos creamos cada pequeño relato y cuya buena confección se vuelve un requisito indispensable para realizar un striptease estético y sin fallas. Cuando la ropa comienza a escasear, es vital que todo esté acomodado en su lugar para no arruinar el acto.

Si bien, como dije antes, el libro de Reina Reech repite algunos tramos de Las Reinas del Marabú (donde se celebraba a la mujer), el concepto general está orientado a la clásica e inoxidable “guerra de los sexos”. Es innegable, estos opuestos se atraen, se enfrentan pero no pueden concebir la vida sin el otro (y después la unión se vuelve más fuerte, y etc., etc.). Si alguien hace una mala maniobra con el auto... seguro es una mujer. Si alguien ensució la cocina... seguro fue un hombre. Los prejuicios están más pegados a la sociedad que el obelisco al cruce de las avenidas Corrientes y 9 de julio. Napoleón Bonaparte dijo “Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo”, y yo suscribo en parte a sus palabras, pero agrego que nos encanta que las mujeres no dejen de perseguirnos mientras intentamos huir de sus ‘batallas’. Por eso es que no coincido con Reina en cuanto a lo que dice sobre la autosatisfacción, pero ese es otro tema.
Volviendo a nuestro asunto, los cuadros coreográfico-musicales dan cuenta de los arquetipos femeninos y masculinos (la mujer fálica, la geisha, el hombre obsesionado con los superhéroes, el que no quiere crecer, una pareja en su noche de bodas, etc.) y hay tributos a figuras ícono de la masculinidad/feminidad como Zeus, Adán y Eva o las tres Gracias. Algunas escenas son más narrativas que otras. También hay números de parejas del mismo sexo.

Varias personas me preguntaron por mail si había desnudos integrales en Las Reinas del Marabú, así que lo aclaro para este espectáculo. Si bien hay un par de desnudos integrales, ninguno es explícito, y el más notorio es femenino (el masculino se ve según el ángulo donde uno se siente y es muy breve). Por supuesto, sí hay muchas escenas donde los miembros del elenco están con el torso desnudo. De todas formas, más allá de la coreografía y la dirección (de Reina Reech), el tratamiento de la iluminación (nuevamente de Reina) garantiza que ningún desnudo sea vulgar.


Más información:
Dirección: Reina Reech
Teatro: Maipo Kabaret (Esmeralda 449); teléfono: 5352-8383
Duración: 1 hora y 15 minutos
Funciones: $220 a $300
Precio de las entradas: jueves a sábado 21:30 hs. y domingo 21 hs. A partir del 19/6: jueves a sábado 21 hs. y domingo 20:30 hs.
Promoción: 2x1 con Club La Nación Premium

Coreografía: Vanesa García Millán.
Coreógrafa adjunta: Carla Lanzi. Asistente coreográfica: Evangelina Bourbon
Producción ejecutiva: RE! Producciones (Juana Repetto-Eugenia Puggioni)
Producción general: Lino Patalano
Mezcla y mastering: Gonzalo Bernal
Prensa: Duche-Zarate
www.facebook.com/reinareechsobrehombresymujeres

Dibujo que aparece en este artículo: http://cdn.funnie.st/wp-content/uploads/2013/11/menandwomen.jpg