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miércoles, 14 de enero de 2015

Análisis de "Into the Woods", de Stephen Sondheim y James Lapine: parte 2

MUSICALES AL MICROSCOPIO #1

Análisis de Into the Woods (Dentro del Bosque)
Música y letras: Stephen Sondheim
Libro: James Lapine


Puesta original en Broadway: 1987, protagonizada por Bernadette Peters y Joanna Gleason
Ganadora de 3 premios Tony


-Parte 2 de 2 del análisis-
(Click para volver a la parte 1)



ATENCIÓN: Se adelantan puntos importantes de la historia
4. Sobre las consecuencias y las responsabilidades, esas cosas que asustan a los adultos…
Para terminar de ser uno mismo, hace falta aprender a soltar. Ese parece ser el mensaje que quiere dejarnos Into the Woods sobre la maduración, por la cual uno siempre intenta ser mejor de lo que fue. La obra lidia con la pérdida de la inocencia, aunque esta no solo afecta a los personajes más jóvenes. Todos aprenden algo en el bosque, donde la desprotección los hace crecer a la fuerza. La canción “No one is alone” busca que tanto Jack como Caperucita Roja, que han quedado huérfanos, tengan valentía para seguir enfrentando la vida. La letra deja dos conceptos: 1) el juicio y las decisiones  individuales son fundamentales para determinar qué es lo ‘bueno’; 2) uno nunca está solo, sino que lo rodean otras personas, que son afectadas por las decisiones propias y, a su vez, intervienen en el camino personal. En fin, todo accionar tiene consecuencias, y lo más importante de todo es no aislarse y poder integrar a  esas personas al sendero individual (a diferencia de lo que había sucedido a lo largo del espectáculo): “La gente se equivoca, (…) Pensando que está sola. / Honrá sus errores… / Peleá por sus errores / Todos los cometen”. La canción luego vuelve sobre el tema de lo engañoso de las apariencias y la relatividad de lo ‘bueno’ y lo ‘malo’: “Las brujas pueden tener razón, / Los gigantes pueden ser buenos. / Vos decidís qué es correcto, / Vos decidís qué está bien”. Tal como habíamos visto con el Lobo, las apariencias engañan, y nadie nace con su vida predeterminada. El bosque hace aflorar la determinación en los protagonistas, que se animan a cuestionar los parámetros establecidos (el blanco y el negro que pretenden imponer los cuentos de hadas). Es revelador un diálogo anterior:

CAPERUCITA: Esto es terrible. ¡Acabamos de ver a tres personas morir!
BRUJA: ¿Desde cuándo sos tan delicada? ¿Cuántos lobos acuchillaste?
CAPERUCITA: Un lobo no es lo mismo.
BRUJA: Preguntale a la madre del lobo.

Más adelante, el Panadero y el Hombre Misterioso cantan “No more”. El primero está cansado de los desafíos, las preguntas y las pruebas. Ante sus ganas de escapar, el segundo le aconseja: “El problema es, hijo, que cuanto más lejos corrés / Más indefinido te sentís / Por lo que dejaste sin hacer, y mucho más, / Por lo que dejaste atrás”. Esta canción apunta a que no hay que quedarse atrapado en el tradicional “final feliz”; hay que seguir viviendo, hay más historia por descubrir. La canción termina transformando al Panadero, que pasa de pedir “no más” desafíos a concluir que “nunca más” va a “ignorar” las dificultades.

-¿Por qué continúa la historia en el segundo acto?-
Aún deben aprender a salir de los estándares, redefinirse y arriesgarse a hacer juicios de valores y tomar decisiones más consistentes. Para eso, entra en juego la gigante, para desestabilizar el relato. Cuando el sendero se rompe, Caperucita ya no sabe qué hacer, solo sabía lo que su madre le había dicho: que nunca se desviara. “Esta gente no está familiarizada con tomar decisiones”, comenta el Narrador, poco antes de que lo entreguen para que se lo coma la gigante. Esto demuestra la ruptura con lo tradicional que propone el segundo acto, que humaniza a los personajes al ponerlos en una situación extrema. Si bien hay una atmósfera perversa flotando por toda la obra, esta se exacerba en el segundo tramo. Algunos se aprovechan del descontrol para hacer cosas que no hubieran hecho en otras circunstancias. Es el caso del príncipe de Cenicienta, que le dice a la mujer del Panadero que debe “aprovechar el momento”: “Lo bueno y lo malo no importa en el bosque; solo los sentimientos”. Cubiertos por esa impunidad; tienen relaciones sexuales y ambos cometen adulterio. En la última canción, con la reaparición de todos los personajes, descubrimos una evolución importante cada uno, tanto en la forma de encarar un desafío como en su egoísmo: “Tenés que escuchar. No podés solo actuar. Tenés que pensar”; “La luz es débil, pero estamos vos, yo, ella y él”.

5. “Cuidado con lo que decís, los chicos escuchan”
Un tema central en la obra es la forma en que las enseñanzas de los padres moldean a los hijos. A lo largo del texto, se remarcan mandatos como “No alejarse del camino” (Caperucita) o “No perder las habichuelas mágicas” (Bruja). Sin embargo, hay dos casos paradigmáticos:
1) En última instancia, Razpunzel se suicida porque no está preparada para enfrentar el mundo exterior, por estar sobreprotegida por su madre adoptiva, la Bruja, que la mantuvo encerrada en una torre durante muchos años. Según la Bruja, ella “solo trataba de ser una buena madre”.
2) El Panadero no puede lograr entablar un vínculo con su hijo porque su propio padre huyó. Este último, en el personaje (¿espectral?) del Hombre Misterioso, intenta solucionar sus errores y ayudar al Panadero a romper la maldición. Además, lo frena cuando está a punto de repetir la historia y abandonar a su propio hijo a manos de Cenicienta.
La canción “Children will listen” redondea el tema: “Cuidado con lo que decís / Los chicos escuchan / Cuidado con lo que hacés / Los chicos lo ven y aprenden (…) Los chicos van a mirarte a vos para ver hacia dónde orientarse”.

6. Venganza y castigo: ¿se aplica la ley del Talión en el bosque?
La venganza está muy internalizada en muchos cuentos de hadas, donde los villanos obtienen su merecido. En Into the Woods, los castigos tienen que ver con las falencias. Así, las hermanastras de Cenicienta son cegadas por pájaros por haber pecado de vanidosas, y el padre del Panadero se ve condenado a que sus hijos sean estériles por haber atentado contra la fertilidad del jardín de la Bruja. A todo esto, la Bruja también recibe su castigo por perder las habichuelas mágicas (robadas también por el padre del Panadero): la pérdida de su belleza. ¿Qué tiene esto que ver con su error? La madre de la Bruja buscó, de esta manera, evitar que los hombres se acerquen a ella, para protegerla de futuros ultrajes, como el que había sufrido su jardín. Este castigo la marcó tanto que decidió también aislar a su hija adoptiva, Rapunzel. Hay un diálogo que deja en claro que los adultos no saben cómo manejar algo tan frágil como la justicia (y que les angustia no poder mostrarse seguros y omnipotentes ante los niños):

JACK: Después de que matemos al gigante, lo voy a matar a él.
PANADERO: Eso no está bien. Él va a obtener su castigo.
JACK: ¿Cómo?
PANADERO: ¡No lo sé! Dejá de hacerme preguntas que no puedo responder.

7. Deseo cumplido. ¿Y ahora?
A lo largo del relato, hay vestigios de inconformismo. Los príncipes de Cenicienta y Rapunzel, luego de luchar por concretar sus romances, se terminan enamorando de la Bella Durmiente y Blancanieves, respectivamente. No es casual que su nuevo objeto de deseo sea inalcanzable, puesto que las dos mujeres se hayan dormidas por un hechizo. Por su parte, Cenicienta explica que “desear un baile no implica desear a un príncipe”. No quería enamorarse de un príncipe y vivir rodeada de lujo, sino romper con la monótona y dura vida que llevaba en la casa de su padre. De hecho, le dice al príncipe: “La casa de mi padre era una pesadilla. La tuya era un sueño. Ahora quiero algo en el medio”. Cenicienta tiene sentimientos encontrados con respecto al mundo adulto (se asusta en el baile), tal como Caperucita. Otro síntoma de inconformismo es que, al comenzar el segundo acto, todos los personajes tienen un nuevo “deseo” que los fuerza a dentrase en el bosque, tal como los que los habían impulsado a emprender la aventura en el primer acto. Finalmente, la obra termina con un nuevo “I wish” (“Deseo”) de Cenicienta, y este final circular nos da la pauta de que siempre hay que buscar una nueva determinación en la vida. No está mal estar disconformes, porque la existencia es dinámica y no está predeterminada. Dice la última canción que “Siempre hay lobos, siempre hay hechizos, siempre hay habichuelas”, así que hay que adentrarse en el bosque “de vez en cuando”. “Todo lo que aprendas allí te ayudará cuando regreses aquí”. De nuevo, el bosque como lugar para el crecimiento personal, donde el poder sirve de poca cosa y uno debe resolver problemas en un marco de desprotección e incertidumbre.


Notas más breves:
A* El asesinato de la gigante incorpora recursos usados anteriormente en el relato, demostrando un aprendizaje en los personajes.
B* Recomiendo leer las letras de Sondheim en inglés para apreciar aliteraciones, inversiones y juegos. Tan solo un ejemplo de inversión: “It’s his father’s fault that the curse got placed and the place got cursed in the first place!”. A su vez, el libro de Lapien tiene frases memorables, como “¡Necesito tu zapatito para tener un hijo!” o la irónica “Tal vez tengamos que intervenir los dos para tener este hijo”.
C* En “It takes two”, la mujer del Panadero describe a su mardio con los mismos adjetivos que el príncipe de Cenicienta se describe a sí mismo en “Agony”. ¿Un adelanto de la infidelidad del segundo acto?
D* La historia de Jack tiene paralelo con la de Caperucita. Para él, el tronco de las habichuelas representa la liberación, la pérdida de la inocencia y el despertar. En su canción “Giants in the sky” dice “Sos libre para hacer / lo que te parezca” y agrega una referencia al descubrimiento sexual, al referirse a la gigante que lo acogió en su casa: “Y te da comida / Y te da descanso / Y te acerca hacia / Su seno gigante / Y ahora sabés cosas / Que nunca podías saber antes”.
E* La Bruja manda al Panadero y su mujer a buscar “La vaca blanca como la leche” (y la vaca de Jack justamente no produce leche), “la capa roja como la sangre” (se dice que la capa de Caperucita es roja para simbolizar su edad sexual y la menstruación), “el pelo amarillo como el maíz” (Rapunzel fue ‘intercambiada’ por hortalizas del jardín de la Bruja) y “el zapatito puro como el oro” (el oro sugiere la idea de realeza).
F* He visto las grabaciones del revival de 2002 que se hizo en Broadway y la puesta al aire libre de 2012, en el Public Theter de Nueva York, que tomó la idea de un montaje londinense de 2010. Creo que ninguna de esas dos producciones estuvo a la altura de la original, y si bien la idea de hacer la obra al aire libre es muy buena, la versión que vi tiene varias fallas. Hubo desajustes actorales, desde la pareja protagónica hasta algunos de los secundarios. Lo raro es que una actriz estupenda como Amy Adams (en el rol de la mujer del Panadero) no se halla podido lucir. Sí hizo un buen trabajo Donna Murphy como la Bruja. El vestuario moderno y urbano usado en algunos personajes distraía y era innecesario (por ejemplo, Caperucita se vestía como una skater). El personaje del Narrador era interpretado por un chico que le contaba la historia a sus juguetes. Leí el guión de la película de 2014 (que se estrena en Argentina el 5 de febrero de 2015). Es bastante fiel al libreto original (con un par de cambios que Disney introdujo para que la historia fuera menos violenta o sugestiva), pero sospecho que le va a faltar algo de la chispa del musical original, más allá de que la película es media hora más corta.


*Este análisis fue realizado por:
El Espectador Crítico de Musicales

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