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miércoles, 6 de mayo de 2015

Crítica de "Esa Palabra", de Manuela Perin y Lautaro Metral

Categoría: OBRA MUSICAL

Crítica de Esa Palabra

Buenos Aires, Argentina
Temporada 2015 (El Método Kairós-Función única)

Nivel: 6.5 /8 
¿De qué se trata?: Una mujer reflexiona sobre su presente durante un vuelo de avión en el que recibe una noticia sorpresiva. Lo hace a través de canciones en italiano, inglés y castellano.

Original premisa la que se le ocurrió a Manuela Perin: situar un musical en un avión. Como antecedente, solo se me ocurre una escena de Tell Me On A Sunday (de Andrew Lloyd Webber y Don Black), con una canción en la que se habla del vuelo como un “refugio”. En un pasaje, la letra remarca “Por ocho horas enteras mi vida no está en mis manos”, y esta idea nos puede servir como puntapié para adentrarnos en Esa Palabra. Básicamente, porque en este espectáculo compartimos el viaje con una mujer cuya vida ha dado un vuelco, y el destino parece someterla a encontrar una respuesta a sus preocupaciones antes de aterrizar (el concepto del avión como espacio catártico tiene su refuerzo en el uso de la voz en off). Así, a la protagonista no le queda otra alternativa que hacerse planteos en ese espacio tan lejano y aislado, pero tan propicio para las revelaciones.
En espejo con el viaje en tres escalas de Manuela, yo también estructuraré el resto de esta crítica en tres escalas.

ESCALA 1: Piloto y copiloto
Esa Palabra es piloteada por Manuela Perin, quien despliega aquí una calidad interpretativa que jamás queda relegada a la clase turista, sino que pulula por los asientos de la primera clase. En poco menos de una hora, Perin debe pasar por varios estados emocionales con intencional ciclotimia. Es ella la que tiene que sostener (en el aire, claro) todo el peso de esta obra/avión. Maneja el ritmo, el tono y las transiciones, si bien predomina el registro de comedia. En lo vocal, se destaca por la naturalidad con la que fluyen las notas, fruto de un acertado manejo del aire. Esto es comparable a cuando, como pasajeros de un avión, no sentimos que este está en movimiento, porque todo está en su punto justo de equilibrio.
Pero hay otra persona que garantiza que tengamos un viaje armónico: el director y dramaturgo Lautaro Metral. Esa Palabra se aleja del estilo que venía trabajando este versátil realizador (para muestra, véanse mis comentarios sobre Ficcionario y 22:22). Lo interesante es que mantiene cierto poder de introspección, buscando desnudar diferentes aristas de la personalidad (en este caso, sobre todo, en la expresión durante los números musicales). En lo dramatúrgico, considero que fue un succeso to switch between inglese, Italian e spagnolo. Me refiero a que la obra está hablada en italiano, inglés y castellano, alternativamente, según se suceden las escalas. Con cada idioma, la interpretación va adquiriendo nuevos matices.
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ESCALA 2: La música de la cabina
La música es un factor clave porque las canciones son las que van afianzando la curva dramática. Esto se debe a que el repertorio es heterogéneo, y va articulando “movimientos”: en cierto punto, desestabiliza la calma del avión. Más allá de las diferencias idiomáticas (las canciones elegidas remiten a los mismos idiomas que el texto), hay melodías de despegue y de aterrizaje; de calma y de turbulencia (por ejemplo, la tradicional Bella Ciao). Quiero destacar la inclusión de la canción “I’m a stranger here myself”, del musical One Touch of Venus. Del resto no comentaré nada para no arruinar sorpresas, pero las canciones elegidas escapan al cliché. Si bien las letras no siempre tienen relación directa con los hechos que se dan durante el vuelo, lo primordial son las emociones que transmiten.
Está claro que sin las canciones esta obra tendría un desarrollo muy simple, pero por suerte hay dos muy buenos músicos en vivo para darle combustible al viaje. Ellos son Guido Cefaly (guitarra y dirección musical) y Emi Di Nardo (piano y acordeón). Cefaly vuelve este mes con Lo que hice por amor, uno de mis unipersonales favoritos de 2014 (a cargo de Pedro Frías).
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ESCALA 3: El equipaje
Si el equipaje es lo que uno lleva para sentirse cómodo y poder desenvolverse cuando está lejos de su casa, entonce me permito llamar equipaje a Miguel Gomez Vicari y a Damián Iglesias, encargados de acompañar a Manuela en roles secundarios. Gomez Vicari interpreta al peculiar comandante de abordo y al no menos estrafalario Tony Rigoletto. Damián Iglesias, en calidad de artista invitado, se puso por una sola función en la piel de Damian Churches, un pasajero que revoluciona la trama. A ambos se los notó muy sueltos y funcionales a la historia que se quería contar. Nunca había visto a Iglesias en un rol cómico como este, al que se acomodó sin esfuerzo y con gracia. El hecho de que estos personajes canten suma para que sigamos pensando en el avión como un lugar de liberación, de despojo de ataduras.
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Es momento de aterrizar, y nos queda una pregunta pendiente. Cuando nos bajamos de un avión, ¿somos siempre las mimas personas que cuando subimos?


Más información:
Idea original: Manu Perin
Dramaturgia y dirección: Lautaro Metral
Dirección musical: Guido Cefaly
Piano y acordeón: Emi Di Nardo
Comandante y Tony Rigoletto: Miguel Gomez Vicari
Invitado especial (2/5/15): Damián Iglesias
Maquillaje: Gonzalo Quevedo
Peinados: Carlos Gómez Beheran
Prensa y difusión: Chapeau Argentina
Diseño: Fuentes2Fernandez Fotografías
Asistente de producción: Germán Pablo Martins
Producción: Il Divo Producciones

Teatro: El Método Kairós (El Salvador 4530, Palermo).
Función a la que asistí: sábado 2 de mayo a las 21 hs.
Consultar futuras fechas en este link.
Duración: 55 minutos aprox.

*En la función del sábado 2/5 estuvo a la venta el CD de la obra. Cuesta $50 y contiene las 8 canciones que Manuela Perin canta como solista en el espectáculo.

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