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martes, 11 de agosto de 2015

Crítica de "Melodías de Diván", de Gastón Marioni

Categoría: OBRA MUSICAL

Crítica de Melodías de Diván

Buenos Aires, Argentina
Temporada 2015 (Teatro Picadilly)

Nivel: 6.5 /8


¿De qué se trata?: Bárbara, Elena, Verónica, Sara y Raquel son cinco mujeres carentes, que buscan. Todas ellas han perdido algo muy valioso, una falta que las congeló en el tiempo. La causalidad las reúne; la cita es un encuentro fortuito y renovador, con un diván de testigo. Será Bárbara, una psicóloga especializada en psicodrama, quien una las historias.

El punto fuerte de la obra: Magalí Sánchez Alleno.


Cada tanto aparecen en la nutrida escena porteña sorpresas como Melodías de diván, una obra sin demasiadas pretensiones, pero altamente efectiva. Este espectáculo se inscribe en la tendencia de trasladar el diván a escena (como el exitazo TOC TOC o la reciente Bajo terapia, o incluso la incursión teatral del Lic. Gabriel Rolón con Historias de diván). Sin embargo, las pautas son distintas: el foco no está puesto ni en la comedia y mucho menos en lo estrictamente psicológico (que, de hecho, no tiene gran relevancia en la trama y aparece como  mero disparador para plantear otros temas). Melodías de diván es una especie de melodrama de suspenso, con dosis de humor y, por supuesto, música. Fue escrito y dirigido por el platense Gastón Marioni (artífice de Tanguito Mío, un sublime musical infantil).

Un acierto del libro de Marioni es haber trabajado la historia a lo largo del tiempo y no concentrarla en una sola sesión. Así, vamos descubriendo de a poco la motivación de cada personaje, y comprometiéndonos con su realidad. A su vez, se va dosificando la información: antes de que la obra reúna a todas las protagonistas en escena para preparar el punto de quiebre, se asegura de darnos las distintas piezas que armarán el rompecabezas. Y estos fragmentos de información surgen, en general, de interacciones entre dos actrices. En este aspecto se trasluce la dirección de Marioni, quien plantea una escalada dramática con cada nueva situación. Sobre todo, porque el espectador conoce datos que algunos personajes ignoran y, si es avezado, posiblemente llegue a ciertas conclusiones antes de que todo se devele y reconocerá algunos detalles como anticipatorios.

Las pacientes que cantan

Marioni da muestras de conocer la forma peculiar de relacionarse que tiene cada una de las mujeres de la trama con las demás. Desde la iluminación, va creando climas de intimidad, mientras que las luces son más intensas cuando asistimos a una sesión en el consultorio de Bárbara (donde, justamente, nada debería quedar oculto en las sombras). Esencialmente, esta es una obra sobre la redefinición de la propia historia a partir del encuentro con la de otros, y por eso el director debió poner el acento en los vínculos (a veces, escenificando conversaciones en paralelo).

Para todo esto, tiene a cinco destacadas intérpretes. El devenir del espectáculo se apoya sobre todo en Magalí Sánchez Alleno (Bárbara), responsable de hacer confluir todas las líneas narrativas. Sánchez Alleno es una de las mejores artistas del musical argentino, y tiene una voz impresionante, que en este caso toma poca preeminencia para dar paso a lo actoral. Compone con absoluta verosimilitud un papel que siempre puede ser muy difícil de interpretar: el de una “mujer común”. Por su parte, la enormemente versátil Ana Padilla (Raquel) estremece al público al encarar un par de escenas desgarradoras. Roxana Randon (Sara Fingermann) transita el desborde sin sobresaltos, generando los momentos humorísticos mejor logrados de la pieza. Desde esa locura, también construye cierto dramatismo. Graciela Pal (Elena), solvente como siempre, juega con el contraste entre la seguridad y el porte que le exige su personaje y su enredado interior. Finalmente, Julia Zenko (Verónica) regala dulces interpretaciones de los boleros que le tocan y llega a emocionarse ella misma al meterse en la piel de su personaje en cierto tramo de la obra.

Ayuda certeramente a delinear estos personajes el vestuario de Pablo Battaglia: cada mujer tiene un estilo distintivo para vestirse, y esto se nota cuando están todas juntas. Como los diseños van variando, esto es funcional al mencionado paso de los días.

Boleros y terapia

En cuanto a la música, cabe aclarar que tiene menos protagonismo del que se podría esperar. Claro, es fácil poner a cantar a semejantes intérpretes y lograr un buen espectáculo, pero es mucho mejor experimentar como se hizo en este caso, priorizando la historia. Como la base de la obra son primordialmente escenas de texto, cuando los fragmentos de boleros irrumpen les prestamos más atención (y tratamos de vincularlos con lo que está pasando). Así, en vez de números musicales injustificados obtenemos breves y refrescantes apuntes resueltos con sensibilidad por el maestro Hernán Matorra (que también canta). Desde el piano, Matorra se asegura de que la entrada y salida de la música no resulte cortante, sino que fluya. Por ejemplo, sigue tocando algunas canciones como acompañamiento instrumental de lo que transcurre en escena. En ciertas ocasiones, la letra de los boleros no resulta tan esencial como su mera presencia, para recordarnos que ese es el universo romántico y melancólico en el que conviven todas las líneas argumentales.

La misma función cumple la escenografía de Daniel Feijoó, que escapa al realismo puro para poner en relieve a las letras de los boleros que justamente sostendrán lo que vaya sucediendo. Iremos descubriendo que la inclusión de este estilo musical no es caprichosa, sino que cumple su papel en la trama. Puede haber espectadores a quienes ciertas conexiones argumentales les resulten rebuscadas y difíciles de creer; sin embargo, no necesariamente dejarán de sentirse tocados por las emociones que se presentan. Estas se exponen a flor de piel, como en un melodrama, tal como sucede en los boleros… tal vez en ellos se encuentre la clave para resolver las inquietudes de las cinco mujeres reunidas en el consultorio.


Más información:
Teatro: Picadilly (Av. Corrientes 1524)
Funciones: martes a las 20:45 hs.
Precio de las entradas: $200 a $280
Duración: 1 hora y 20 minutos

Libro, puesta en escena y dirección general: Gastón Marioni
Dirección musical y arreglos: Hernán Matorra
Elenco: Julia Zenko (Verónica Schultz), Graciela Pal (Elena Da Ruggiero), Magalí Sánchez Alleno (Bárbara Urquiza), Roxana Randon (Sara Fingermann) y Ana Padilla (Raquel Antolínez)
Asistencia de dirección: Juan Pablo Antonelli
Diseño de escenografía: Daniel Feijoó
Realización de escenografía: Sabrina L. Fernández
Diseño de vestuario: Pablo Battaglia
Diseño de make-up y peinados: Fabián Martín y Gabriel Ade
Diseño de luces y sonido: Gastón Marioni
Asistencia técnica: Yanina Zanier Quintas
Diseño gráfico: Juan Pablo Antonelli
Fotografías: Javier Fuentes y Nicolás Fernández
Prensa y comunicación: Sandra Beerbrayer
Fotos: www.fb.com/MelodiasDeDivan - Twitter: @MelodiasDeDivan

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